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viernes, 6 de enero de 2012

NADA

Es temprano. Quizás demasiado, o no.

 Teniendo en cuenta, que es seis de enero, no es demasiado pronto.
Mi memoria no alcanza a recordar, seguramente porque no ha sucedido, un solo seis de enero, que haya despertado, después del sol.
Si bien ya hace muchos años, que en el salón ( mejor en el comedor) de mi casa, mis zapatos están vacíos.
 Los reyes vendrán más tarde  por otros lares.
Sigo despertando este día, con cierto malestar o bienestar, en él estomago, según se mire.
Lo primero, mirar los zapatos.
Anoche,  me olvide, limpiarlos, y colocarlos en el comedor. No me extraña que por eso, y precisamente por eso, estén de cualquier manera, en la entrada, y vacíos.
Investigo, busco por otros rincones, de mi casa y del mundo.
 Enciendo el televisor, ni una reseña, de lo que pidió, mi amigo,  estoy segura  que si se lo traen, me dejará jugar con su regalo.
La desolación que me produce esa vacuidad, no es nada comparada, con el chasco, que me  llevo; después de encender el ordenador. Entrar en la prensa, husmear, en “san gooel” y darme cuenta que:
El premio Nadal se falla, tengo la esperanza y la ilusión que no sea un fallo, sino un acierto.
 No la noche de Reyes, sino la noche del día de Reyes.

Volveré a la cama, me haré la dormida. Sé que si estoy despierta, no me dejarán Nada.

Es temprano.



7 de la mañana, del seis de enero de 2012