Vistas de página en total

viernes, 8 de junio de 2012

SOMOS



      Iba a tomar un café y el pulso a mi ciudad, las dos cosas a la vez, o a lo mejor sólo iba a comprobar como va mi pueblo de solidaridad o a lo peor como vamos de información o simplemente a disfrutar de una mañana primaveral en este Alcalá de mis amores o dolores.

Las indumentarias tanto de mi amiga como la mía la apropiada: camiseta del revés, pegatina en el pecho que al menos los hombres heteros seguro que se fijan.

-          Primer encuentro y parada: el escritor con seudónimo italiano, sudoroso por el ejercicio físico, con la ropa del derecho y sin pegatina. No tiene pegatina ni cabeza (añado yo) al vestirse no recordó que era el día de dar un giro al mundo.

Que mejor sitio para tomar la tensión y el café, la plaza de los Santos Niños, la cruzan otros niños santos todos con sus pegatinas y muchos con la camiseta vuelta. Nos alegramos parece que la mañana va a ser productiva en alegrías el futuro parece que se pone las pilas.

Ya sentadas en el Coffe “Can Green” la dueña  antes de saludarnos nos pregunta la razón de nuestra indumentaria y casi antes de oír la respuesta se jira el jersey y ordena al camarero que haga lo mismo.

La temperatura es ideal, el café esta francamente bueno  por si fueran pocas las dichas se nos acerca una chica (no podía resistirme hacer un pareado) con una sonrisa de oreja a oreja nos dice: yo también voy del revés, la tuvimos que mirar dos veces para darnos cuenta que lo que llevaba cambiado era el pantalón.

Ya he dicho que la mañana transcurría casi perfecta, hasta que mi acompañante torció el gesto mientras decía: ¡vaya! mira quien viene por ahí, me cambié de sitio para ver y que me vieran.

Como soy una persona educada empezaré por lo que vio el  otro; a una mujer con una talla 95 de sujetador, camiseta muy ajustada del revés, pegatina en la teta derecha y mirada provocadora.

Lo que yo vi: El cuervo jefe*  con cerebro de mosquito,(los mismos que a otra amiga le obligaron a acudir a urgencias)  y  palomo con problemas o de movilidad o de vista ya que no fijarse en alguien con esa indumentaria tiene que ser por una de esas dos cosas.

Me repuse bien de esa nausea y subida de tensión, provocada por el pájaro, sin duda a ello contribuyo, la visita al mercado municipal, el encuentro con alcalaínos de bien y la actitud personal de querer cambiar el mundo o al menos de disfrutar una mañana primaveral en este Alcalá de mis amores.



*Individuo con alzacuello que aprovecha las homilías por televisión para desvariar

miércoles, 6 de junio de 2012

Viaje


 Cada vez que desviaba la mirada de la pantallas, unas veces de la tele otras del portátil.

Contemplaba las pelusas del suelo, la montaña ingente de papeles tanto en la mesa grande como en la pequeña.Los múltiples objetos de” por si acaso” sobre la estanterías. El paquete de tabaco que se había propuesto no terminar, pero estaba seguro que lo acabaría antes de que cerraran los estancos y tendría que vestirse de prisa y salir corriendo para comprar uno,  que por enésima vez prometería que sería el último.

De ahí su cabeza viajaba al dormitorio, la cama desecha, sobre el galán de noche (curioso nombre para un artilugio que soportaba toda la ropa sucia de un no galán), la mesilla con una pila de libros, medio empezados, que no medio leídos.

A esta altura del itinerario estaba cansado sin haber cambiado la postura en el sofá. Decidió machacarse un poco más y seguir viajando por su mundo particular.

La siguiente parada fue al estudio o despacho, como lo bautizo una exnovia con pretensiones intelectuales. De estudio tenía poco o al menos él no había estudiado ahí ni la tabla del nueve.

Como despacho lo había usado dos veces y las dos con la susodicha. La primera al inicio de su relación cuando se despacharon un polvazo de los que hacen época. La última cuando le despacho para siempre con una razones y argumentos que no recuerda, pero que debieron ser duros pues la chica lloró a moco tendido.

El cuarto del rey de la selva o leonera como le gustaba llamarlo a su santa madre, podía dar mucho más de si. Ya no le quedaban fuerzas tenía una pájara considerable y el gasto extra del  avituallamiento no estaba dispuesto a pagarlo.

Estiro los brazos para desperezarse, se incorporó del sofá, se quito la camiseta, la tiro sobre el galán, se vistió deprisa y salió corriendo hacía el estanco que estaba a punto de cerrar.





Tengo todas las limitaciones, todas las disculpas.

Empecemos por las disculpas o limitaciones que es lo mismo pero no es igual.

Necesito las gafas incluso para encender el ordenador, las pocas veces que vienen las musas no encuentro las gafas, mientras busco las lentes, las musas se han escondido, me quito las gafas para descubrirlas y cuando las hallo, olvide donde están las gafas.

Este juego del escondite que me divertía tanto siendo niña, ahora me aburre y cansa.

Más limitaciones: no sé escribir el graduado escolar no da pa mucho. El haber leído algún libro más algún periódico (aunque en mi fuero interno crea que si) no es suficiente.

Hasta la semana pasada también tenía la disculpa que mi ordenador iba con pedales.

Esta semana “el pero” es que este ordenador tan moderno y con tantas cosas todavía no lo conozco y no soy capaz de sacar partido a esta tecnología tan avanzada que tengo entre manos.

El tiempo; esta semana tampoco lo puedo poner como excusa, tengo vacaciones y no haré ningún viaje, ya que he puesto mil y un pretexto para no hacerlo, dinero, tiempo, ganas et…

Alguno de mis seguidores del blog, pensarán que estoy deprimida, mayor, o simplemente que continuo en la misma línea de siempre.

No tengo disculpa para lo que me pasa, o sí, tengo todas las limitaciones y todas las disculpas.