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domingo, 7 de octubre de 2018

Paseo matutino


He ganado peso y he perdido fondo…

Por consejo de un amigo, ese  mismo que se ha tragado todas mis “pájaras” en los últimos tiempos – gracias por no dejarme tirada- .Solo le falto decir: estoy hasta los huevos de en las marchas  hacer de coche escoba contigo. Así  que pon un poquito de tu  parte, rica.

       Ahora que vas a tener más tiempo, deberías caminar todos los días.
Así que sigo su consejo y…

Son las ocho y cuarto de la mañana, salgo de casa a pelo: es decir sin bajarme ninguna aplicación al  móvil, léase: podómetro, quema calorías, y otras similares,- tampoco sabría hacerlo sin mi “coche escoba”.

No llevo  las zapatillas último modelo, ni las camisetas especiales  que absorben el sudor, ni ninguna otra indumentaria de última generación. Mi equipamiento es, en el que todavía quepo, (menos mal que los pies no cambian de talla  y puedo calzarme unas deportivas del siglo pasado).
Una pequeña mochila con la cartera, la bolsa de la compra – por los olvidos de última hora- y el móvil esto último es importante, no vaya a ser que tenga un accidente “pierda el conocimiento” y no pueda llamar.
Con estos preámbulos, quiero señalar  la dicotomía que siempre me asalta, entre no quedarme a tras en cuanto “las modernidades,”pero no dejar que la “tecnología” se meta en mi vida de tal manera, que si un día me quedo sin “batería”  en el móvil o se va la luz  pueda seguir respirando.
Bajo andando, esto no es nuevo, suelo prescindir del ascensor, en realidad solo para  bajar, hay que coger fondo poco a poco y por si se va la luz, que todo hay que decirlo.

¿La duración? Una hora
¿El  itinerario?  Alterno, es decir unos días en dirección sur y otro norte, la realidad  es unos días dirección oeste y otro este, ¡ya me he vuelto hacer un lío!  La realidad real es: uno día dirección Madrid y otro dirección Guadalajara  y que se encargue el GPS (Gilipollas Pa que va a Ser) de calcular la ubicación exacta.
La idea, o sea – ya me salio la vena pija-  es ir subiendo el ritmo poco a poco y llegar cada día un poco más lejos en esos sesenta minutos. Y es ahora cuando aparece el dilema de verdad. 
 
 “El insólito peregrinaje de Harold Fry “¿y si me sucede lo mismo?  ¿Y si lo mió es un no parar?
En fin son las ocho y cuarto de la mañana, tengo que tomar una decisión:
¿Abandono el club de la lectura al que me he apuntado? ¿O cuelgo definitivamente las zapatillas?
 
Mientras me lo pienso, tomo la dirección de Guadalajara que es la que hoy toca.