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sábado, 16 de marzo de 2019

Gracias Anisakis, de nada insomnio


No hay nada mejor cuando estas enfermo, que meterte en la cama, a cualquier hora del día, con la única compañía de las cosas, -se agradece que haya alguien alrededor para que te prepare y  acerque o retire, depende de las necesidades de cada momento,  esa infusión que te alivie  o esa bacinilla para que también te alivies- pero cuando estas enfermo en la cama un único ocupante es lo ideal.*
 La ventaja de estar enfermo es que no te sientes culpable por acostarte a deshoras y a solas, uno o  varios libros, y ¡ale! a disfrutar. Que suena el pitido de los whasp, estoy enfermo y no voy a leerlos, por lo tanto no contesto. Que oyes los pasos del “cuidador” te haces la dormida,  y entre sueños fingidos, escuchas: pobrecilla que descanse. Eso sí, en cuanto oyes el cierre de la puerta, te vuelves a enganchar al libro. Que te quedas traspuesta, no pasa nada- estas enferma- y te viene bien descansar. Que te despiertas y son las ocho de la tarde, no conviene que te levantes, aún no estás bien del todo, hala a seguir leyendo.
Ayer me comí la última lata de sardinas que quedaba en mi despensa y no me sentó muy bien que digamos, pero el mes que viene compro por lo menos otra.

* Cuando no estas enfermo,  meterte en la cama con persona o personas a horas o deshoras, es  de lo más saludable.

 






 

domingo, 3 de marzo de 2019

Mis manos


 Este dedito mato un pajarito, este lo peló, este fue a por leña, este lo guiso,  y este pícaro gordo se lo comió.

De esta manera tan musical me cortaba, nos cortaba las uñas mi madre a mis hermanos y a mi. A ninguno nos gustaba que lo hiciera, pero ya se sabe que la música amansa a las fieras, y transformaba un hecho desagradable, en algo placentero, como solo saben hacerlo las manos amorosas de una madre.

 Después de este preámbulo, tengo que decir: a mi que el pícaro gordo se comiera el  pajarito, me parecía injusto, pero….

Transcurrieron los años y me convertí  en pianista…

No voy a contaros por todas las vicisitudes, que me han hecho pasar  los dedos;  el meñique me salio enclenque y por temporadas le tuve que dedicar más tiempo que a los demás. Al anular le tuve “que  atar en corto”  invadía el espacio del enclenque. He dicho que no voy a contar todas las vicisitudes por las que me han hecho pasar  estos “benditos”  dedos, y  no lo haré, pero…

Todos son apéndices míos, a todos los quiero por igual, todos me duelen lo mismo. Por eso cuando uno “se sale de madre” y rompe mi armonía, es como si me cortaran las uñas, pero sin música…


Esto va dedicado a mi hermana que ayer fue su cumpleaños y a Pilar Hernández que los cumple hoy.