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jueves, 10 de julio de 2025

Esas pequeñas cosas.

 

Antes incluso de visualizar las fotos que tengo en mi móvil de los sinsentidos con los que me voy encontrando en mis paseos diarios. Antes incluso de echar un vistazo a las pequeñas notas que voy anotando (valga la redundancia) en el mismo papel  de la lista de la compra que guardo en mi cartera, cuando me  sobrepasa una situación. Antes incluso escuchar los mensajes de voz que me envío a mi misma, cuando oigo, o veo algo que temo que se me olvide, o peor crea que es un producto de mi imaginación “calenturienta” y protestona. Antes de hacer todo esto para escribir en el blog, me viene a la memoria la carta que envía un joven estudiante en el extranjero a sus padres, -seguro que más de uno la recordáis- Intento resumirla: El joven cuenta a sus padres una larga serie de desgracias: Ha dejado embarazada a su novia, que no tiene más remedio que casarse con ella, para lo que les solicita dinero, además ella tiene una enfermedad incurable como consecuencia de su anterior adicción a las drogas, Etc. Etc. Concluye la misiva, diciéndoles que no se preocupen, que todo lo que les ha contado anteriormente es mentira, que él esta bien y lo único que no ha aprobado ninguna de las asignaturas en las que estaba matriculado, pero que es eso comparado con las desgracias narradas al principio.

Es muy posible que solo sea yo la que siente que sueltan esas trolas, esas barbaridades, ese y tu más y ese anda que tú, y que es eso comparado con…Para desviar la atención, para echar las culpas a otros de su ineficacia, negligencia, cuando no mala fe.

Ahora no sé si echar mano de las fotos, mensajes de voz, y notas de la cartera, o dar una charla.

Voy hacer un poco de todo. Podríamos empezar por esas pequeñas cosas, que hacen que tengamos un día de mierda, o un día vivible.

El ninguneó cuando intentas moverte en transporte público y por la razón que sea, ( generalmente por obras) te cambia la ruta y el título de transporte que tienes no te vale, y tienes que sacar un billete nuevo( lo de las maquinas de renfe de cercanías es para prenderle fuego – a las máquinas-o partirle la piernas algún responsable de dicha compañía), suena un poco fuerte, lo sé, pero es que ya han pasado quince días, y me sigo cabreando. Y no voy hablar de los retrasos, y la consiguiente falta de información, porque hoy no quiero soltar ningún taco.

He hecho viajes a Barcelona en los que he tardado menos, que de ir de Alcalá de Henares a Alcorcón.

Otro ninguneó, o vamos que pasan del ciudadano como de comer m… Intento ponerme en contacto telefónico con el Ayuntamiento de mi pueblo para saber si la piscina municipal continúa cerrada y… mejor no continuar, me remiten a la página web del ayuntamiento, y bueno que hoy me niego a decir palabrotas.

Esto se está haciendo muy largo.

¿Sería posible?  Que desde el ámbito más bajo de la administración a las más altas esferas, empezarán a asumir sus responsabilidades, cada una las suyas, y dejar de torearnos y echar las culpas a los otros.











domingo, 29 de junio de 2025

Cara de perro apaleado

 

“Cara de perro apaleado”

 

Coincido en el ascensor con  una vecina y su perro. Un can enorme de cara triste, asustadizo, comento a la chica que ha debido ser un perro maltratado, ella asiente y cuando voy a acariciarlo, me dice que mejor no lo haga, para él supone un sufrimiento cualquier tipo de acercamiento con desconocidos y añade que espera que poco a poco  vaya superando esos miedos. Solo me atrevo a dedicarle   unas cuantas palabras cariñosas, mientras el can me mira de reojo, rehuyendo todo contacto, incluso el visual.

El paseo matutino empieza con un regusto agrio, ¡ Que le habrán hecho al pobre perro!.

En el parque más cercano a mi casa, coincido con otro vecino, este no tiene un perro, tiene tres, cuando me aproximo a saludarlo, por orden se me acercan para olerme, los perros se entiende, y cuando me tienen identificada, celosones ellos se disputan mis caricias. El regusto agrio con el que comencé el paseo se transforma en una dulce sensación, tanta, que le pregunto al vecino si el come calabacín, cuando me responde afirmativamente, abro mi mochila y le regalo un calabacín que a la vez me regaló un amigo que tiene un huerto.

M… se quedó ojiplático, (pero el  bien que se guardó el calabacín) y yo voy aumentando mi fama de mujer estrafalaria. Así que, si me veis paseando con mi mochila, no me preguntéis, que llevo en ella. Sed buenos, porque de mi mochila puedo sacar cualquier cosa, un calabacín o una retahíla de palabras o en el peor de los casos una porra con que atizaros en la mollera.

Aquí van un montón de fotos en un paseo en un día normal, y todo lo voy guardando en mi retina, me temo que más veces voy a tener que sacar palabras y porras de la mochila, que calabacines.

 






viernes, 23 de mayo de 2025

Como piojos en costura


            La situación es tan disparatada como esta foto.


     La decana tiene 95 años, cuando el curso pasado se rompió la cadera, aunque no lo verbalicé, pensé que no volvería a asistir a los cursos de natación. En octubre me sorprendí gratamente cuando la vi aparecer con la misma muleta y el mismo andar lento y constante de antes de la rotura.  La decana aparca (aparcaba)su muleta bajo uno de los bancos y se mueve (se movía) como pez en el agua, por el vestuario y en la sala de los vasos de la piscina. -reconocer que la frase hecha es muy adecuada para el lugar donde nos encontramos.  La decana no necesita (no necesitaba) ayuda, ni  para abrocharse el sujetador, ni para calzarse, ni para nada,  con un trocito de banco para sentarse se apañaba divinamente.  

 Ahora toca hablar de alguna de mis otras compañeras de vestuario, por supuesto que todas tenemos menos edad que” la  decana” pero...

Esta la “ tatuada” luce un hermoso tatu que va desde debajo de la axila derecha, con unos bonitos puntos colchoneros simulando una vainica doble, donde tenía la mama,  hasta la mama izquierda. La “tatuada” necesita ayuda para abrocharse el sujetador y para colocarse la camiseta por la espalda, ya que la movilidad en el brazo derecho la tiene regular.

Esta “ La tabla rasa” no tiene un ápice de grasa en el abdomen, derivado de los muchos años de trabajo como limpiadora, a cambio tiene las manos totalmente agarrotadas como garfios por la artrosis, y necesita ayuda para atarse los cordones y todo lo que requiera manualidad “fina”.

Podría enumerar  a varias más de mis compañeras de vestuario, ya que todas tenemos “ lo nuestro” pero este post sería demasiado largo, así que voy al grano.

El ambiente que hay ( que había) hasta octubre del año pasado  en el vestuario femenino  es buenísimo, ayuda mutua, complicidad y risas, muchas risas sobre todo de nosotras mismas y de nuestras carencias.

En el comienzo de curso suprimieron horas de natación, y como hubo protestas, - las mujeres es que protestamos por todo-  los “cerebritos” de la ciudad deportiva del Ayuntamiento de Alcalá de Henares no dejaron a nadie fuera, pero juntaron grupos, donde había diez personas ahora hay veinte.

Conclusión: ahora no hay bancos suficientes para poder calzarte y vestirte con cierta tranquilidad. Vamos que estamos como piojos en costura.  Las taquillas las tenemos que compartir, y con el nerviosismo de quedarnos sin ella, se ha da el caso de poner el candado en una  taquilla que no es la nuestra, marcharnos a casa  tranquilamente y dejar a la compañera en bolas, con sus ropa, teléfono y llaves de casa dentro de la taquilla bien  cerradita.

De como se abrio la taquilla, ya contaré en otro post.
En noviembre de 2024 presenté un escrito de queja en la ciudad deportiva municipal de Alcalá de Henares( me consta que hubo más escritos presentados) del que no he tenido, ni han tenido ni respuesta ni solución. 
Recuerdo a quién corresponda, que todas nosotras estamos curtidas por  mil batallas, nuestras cicatrices así lo atestiguan, así que como dice una de las nuestras "las buenas van al cielo" las malas vamos a todas partes" .  Cierro este post con una frase de una gran actriz:
Por las buenas soy muy buena, por las malas, soy mejor.
¡Cuidarnos! que sino,  tendreís que cuidaros de nosotras.





miércoles, 7 de mayo de 2025

¡ Cómo están las cabezas!

 

-          Cerveza s/a

-          Vino

-          Leche

-          Naranjas

-          Ensalada

-          Agua con gas

-          Pan

Después de la experiencia del día sin luz (y tras una conversación con mi hermana  y que   me recriminará que ya no escribía) me reafirmé en mi actitud y costumbres viejunas.

 Vayamos por partes y pongamos un poco de cordura y sentido a esta entrada.

Cuando nos quedamos sin electricidad, la verdad es que yo estaba de lo más tranquila. Mi cocina al igual que el calentador de agua ( ahora lo llaman caldera) funciona con gas butano, mi  única preocupación fue  comunicar  a  mis vecinos que si lo necesitaban podían hacer uso tanto de la cocina como del calentador, para que  a la vez  se dieran cuenta de lo afortunados que son al tenerme como vecina.

En las horas posteriores a que se fuera la luz, me congratule de que mi dependencia de las nuevas tecnologías no fuera tanta como yo temía, y que podía prescindir de ellas durante mucho tiempo. Aquí va una foto de mi kit de supervivencia.



Durante los días posteriores he intentado continuar con mis costumbres “viejunas”, es decir: leer con lápiz, papel y diccionario al lado para ir anotando las palabras que desconozco, y luego buscarlas en el diccionario todas de un tirón, así como ir haciendo la lista de la compra. Hasta aquí todo bien, e incluso yo me hubiera atrevido a recomendar mi “método” como una rutina infalible, para una supervivencia  saludable sin necesidad de tanta tecnología y electricidad.


Ayer en la tienda, me di cuenta que mi “método” es claramente mejorable, cuando la dependienta me pregunto qué era lo que no encontraba de la lista que llevaba en la mano.

-          Alfalce

-          Picarazas

-          Gandaya

-          Orache

-          Fardacho

-          Esmoscado