Como yo lo recuerdo…
De regreso a casa después del trabajo y antes subir a casa, aprovecho para hacer la compra en la tienda de ultramarinos< lo que ahora se conoce como tienda de barrio> en la misma calle en la que vivo. Me atiende Lorenzo que ahora es el dueño. Lorenzo debe de tener seis o siete años más que yo, hago ese cálculo porque es amigo de un hermano mío que me lleva esa edad. Lorenzo entró de aprendiz en esa misma tienda cuando era un niño y a la que yo solía ir a comprar,( muchas de las veces de “fiao”) mandada por mi madre, cuando era más niña aún que él: Su familia es más numerosa que la mía, son doce o trece hermanos. Cuento todo esto para que se entienda el grado de confianza y complicidad que había esa tarde en la tienda, ya que nos conocemos de toda la vida. La radio estaba encendida y mientras él preparaba el “arreglo” para cocido que yo le había pedido, escuchábamos ambos el debate de investidura que se estaba transmitiendo desde el Congreso. Cuando oímos los disparos, él exclamó mitad en broma, mitad en serio “Esto es la guerra”, yo con más miedo y sin ninguna broma le grite” No digas eso ni en broma” le metí prisa para que me hiciera la cuenta, pague, recogí mi compra y subí a casa.
Llegue a casa con más miedo que vergüenza. Lo primero que hice fue llamar al sindicato, ya que en esas fechas era un miembro muy activo del mismo, para que me diera las directrices a seguir, me tranquilizaron, poco, y me dijeron que esperará haber como se desarrollaban los acontecimientos.
El paso siguiente fue recopilar para deshacerme de toda la propaganda, documentos, periódicos y libros que pudieran tachar de subversivos y por lo tanto de dar con mis huesos en la trena. Cuando tenía la mesa del comedor hasta arriba de papeles y tramaba como podría hacer desaparecer la ingente cantidad que aún tenía repartida por toda la casa, fui consciente que estábamos en una “nueva era”, que todo estaba “informatizado”, y que con meter un nombre en un ordenador, saldría si pertenecías a un sindicato, si militabas en alguna organización política de izquierdas, o si eras miembro activo de alguna asociación vecinal. Pensé que en el momento que cruzarán esos datos y tu nombre saliera más de dos veces,( como era mi caso)ya la habías cagao.
Así que recogí todo el papelerío, lo volví a colocar en su sitio y me dispuse a esperar que llamaran a la puerta, preguntando por mi.