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sábado, 8 de diciembre de 2012

El gueto


El gueto.

 

Tengo escrito varios comienzos con este mismo título. Uno en verso (la ignorancia es muy atrevida) y a mi me sobran las dos cualidades.

Otro en prosa.

Pues bien,  la idea de los dos escritos resumiéndolo mucho, es: que me siento como si estuviera en un gueto.

He renunciado a ver determinadas cadenas de televisión por su parcialidad.

 A oír determinadas emisoras de radio por el despido de los imparciales.

            A comprar el periódico del que fui lectora fundadora. Aquí si que me extiendo, si echan a la gente por sus posibles perdidas futuras, que esas perdidas se hagan presentes.

Decía que me siento como si estuviera en un gueto, cada vez más aislada.

No tengo más remedio que hacer un inciso y explicar: cada una de las veces que he comenzado a escribir sobre el gueto, se me aparece el portal de Belén…

Si, es un desparramo de mi imaginación no lo voy a negar, pero el Belén como las campanas del villancico vuelve una y otra vez.

 Cual psicoanalista argentina, fijo esa imagen.

Hago una regresión;

- La Virgen,  carente de sexo, ya que fue concebida sin él.

- San José  menos.

¡No  seré yo la que hable del sexo de los ángeles!

- El tierno infante, cambio lo de infante que tampoco es cuestión de molestar a  nadie. El nene es demasiado joven para pensar en esas cosas.

Me queda, la mula y el buey.

En este instante es cuando entiendo lo de quitarlos del “Misterio”.

Si ninguno de los dos va a poder tener descendencia, para que retozar en el estiércol del pesebre.

 

            Entre lo que me quitan y a lo que renuncio por intentar ser un poquito coherente.

Aquí estoy en este gueto.

 A la imaginación la he propuesto que no salga, que son muchos los peligros de ahí fuera, pero ella es un espíritu libre, le gustan los polvo….rones, y se marcha a  pedir el aguinaldo a Belén o a montarlo.