Estas son fechas de hacer balance
del año que se acaba, de recordar las navidades pasadas, de pedir que el futuro
sea benevolente con uno mismo, con la gente más cercana y puesto a pedir (que
es gratis) con toda la humanidad.
Estamos en sus manos, pero aún
nos queda el recurso de la memoria, que por cierto falla cada vez más. Sería
muy saludable tener siempre presente: de dónde venimos, lo que fuimos y quienes
son los nuestros.
Hechos estos preámbulos paso a narrar
lo que me ha sucedido y los recuerdos- pensamientos-soliloquios que he tenido entre
la noche de ayer y la madrugada de hoy.
Antes de las nueve y media
de anoche, apague el teléfono con un 8%
de batería, no acostumbro a dejar ningún dispositivo encendido por la noche por
cuestiones de seguridad, como podéis suponer no lo puse a cargar, tampoco puse
en marcha los acumuladores- después de la última factura-susto restrinjo todo
lo que puedo la calefacción- aunque hacía a un frio que pelaba. Así que calenté
agua y con mi bolsita de agua caliente me metí en la cama. Debí de estar leyendo
hasta las diez y media más o menos, hora en que apagué la luz y me dormí.
No eran todavía las seis de la
mañana cuando me he despertado, intento encender la lámpara de noche y ¡vaya!,
otra vez se ha fundido- aflojado la bombilla, medio dormida trasteo con la lámpara
y no, no es problema de la lámpara, no
tengo luz en toda la casa. Me voy al cuadro de luces y hago lo de primero de
electricista, bajo todos los interruptores, los vuelvo a subir y nada sin luz,
me asomo al patio de vecinos y a la escalera y constato que la única que estoy
sin electricidad soy yo.
A tientas busco el número de teléfono
de la compañía eléctrica, y enciendo el móvil a la vez que elevo mi suplica al
altísimo para que ese 8% me llegue para dar aviso de la avería.
No quisiera enrollarme mucho, pero
tela marinera con la inteligencia artificial. Me atiende una máquina que me pide
que le diga hasta el color de las bragas que llevo, después del largo
interrogatorio, como solución me manda un enlace para que yo misma entre en
internet y solucione en “remoto” mi problema ( ya solo me queda un 2% de carga
) y en el caso de que no pueda hacerlo les vuelva a contactar y pida hablar con
un agente. Al tercer intento consigo hablar con un agente de allende los mares,
lo primero que le digo es que soy una persona muy mayor y que me queda un 1% de
batería y que por favor me solucionen el problema ya que no voy a poder seguir
contactando con ellos. Mientras sucedían estos hechos no dejaba de pensar, que
nos tienen totalmente dependientes de las tecnologías, el día que por la razón
que sea no tenemos móvil estamos totalmente “ vendidos a la vez que desamparados”. Y claro
también pensé en las personas que viven en la cañada real, en los años que llevan
sin electricidad y que no sé cómo no se nos ha caído la cara de vergüenza de
consentir que algunos de nuestros congéneres sobrevivan en las condiciones que
están. Y a la vez seguía dando le vueltas a cómo y dónde cargar el p. móvil. A
las siete de la mañana el único sitio que podía estar abierto es la gasolinera
cercana a mi casa (llamar a un vecino lo descarte por lo inapropiado de la
hora). Así que me vestí y fui a la gasolinera, estaba con el cierre metálico bajado,
pero la ventanilla nocturna estaba atendida por un muchacho joven,en ese momento
me alegré un montón de ser una persona mayor, no ser una persona rarcializada, de
tener un acento de aquí, e ir vestida “decentemente”, para que el muchacho no
tuviera ninguna sospecha-razón para negarse a cargar el móvil.
Al pobre gasolinero, le hice el
relato completo de toda mi aventura sin omitir ningún detalle (todavía le debe
de estar doliendo la cabeza), por
supuesto que puso a cargar mi móvil, y sugirió que me fuera tranquilamente si tenía
cosas que hacer y si no también, y que volviera en un buen rato.
A las ocho y media de la mañana
vinieron los operarios y solucionaron el problema, según ellos se debió a que
me excedí de la potencia contratada ( no podía imaginarme yo que la bolsa de
agua caliente tuviera tanta potencia).
Voy concluyendo: Poner en valor
lo que tenemos, luchar para que todos, todos tengamos lo básico e
imprescindible para vivir con dignidad. Y Salud mucha salud.
Feliz Navidad y un Prospero 2025.