Piedras blancas, piedras negras.
El agua no sabe de colores
igual acaricia piedra blanca
que golpea la negra.
Besa la negra,
da un abrazo hiriente a la blanca,
erosiona su pétrea vida.
Duro existir el de la roca.
Duro para la blanca,
duro para la negra.
Y el agua, así, pasando por su vida,
dejando huella, sin dejarla.
El agua con su goteo constante, eterno,
sin olor, sin color,
pero salobre.
Agua origen de la vida.
Aquí frente a ti, mar,
inmensa agua, digo:
Esto es vivir,
y lo demás, inmensa putada.
El agua no sabe de colores
igual acaricia piedra blanca
que golpea la negra.
Besa la negra,
da un abrazo hiriente a la blanca,
erosiona su pétrea vida.
Duro existir el de la roca.
Duro para la blanca,
duro para la negra.
Y el agua, así, pasando por su vida,
dejando huella, sin dejarla.
El agua con su goteo constante, eterno,
sin olor, sin color,
pero salobre.
Agua origen de la vida.
Aquí frente a ti, mar,
inmensa agua, digo:
Esto es vivir,
y lo demás, inmensa putada.
Esa sensación delante del vaiven imparable del auga, de pequeñez, de sumisión, de ser llevado, de excepción..
ResponderEliminarGracias Miguel, por leerme y comentarme.
ResponderEliminarCreo Pura, que desmerece el último verso.
ResponderEliminarPilar
Pilar, desde el punto de vista poético, sin duda tienes razón, desde el punto de vista de "mis tripas" era lo que sentía en ese instante.
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