Este dedito
mato un pajarito, este lo peló, este fue a por leña, este lo guiso, y este pícaro gordo se lo comió.
De esta
manera tan musical me cortaba, nos cortaba las uñas mi madre a mis hermanos y a
mi. A ninguno nos gustaba que lo hiciera, pero ya se sabe que la música amansa
a las fieras, y transformaba un hecho desagradable, en algo placentero, como
solo saben hacerlo las manos amorosas de
una madre.
Después de este preámbulo, tengo que decir: a
mi que el pícaro gordo se comiera el
pajarito, me parecía injusto, pero….
Transcurrieron
los años y me convertí en pianista…
No voy a contaros
por todas las vicisitudes, que me han hecho pasar los dedos; el meñique me salio enclenque y por temporadas
le tuve que dedicar más tiempo que a los demás. Al anular le tuve “que atar en corto” invadía el espacio del enclenque. He dicho
que no voy a contar todas las vicisitudes por las que me han hecho pasar estos “benditos” dedos, y no lo haré, pero…
Todos son apéndices
míos, a todos los quiero por igual, todos me duelen lo mismo. Por eso cuando
uno “se sale de madre” y rompe mi armonía, es como si me cortaran las uñas,
pero sin música…
Esto va
dedicado a mi hermana que ayer fue su cumpleaños y a Pilar Hernández que los
cumple hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario