Esta entrada se la dedico a los “abuelos” que el otro día me
achacaban que solo colgaba fotos en el blog. Es
un retal de uno de los
maravillosos días que pase en la sierra.
11 de Agosto de 2020
XXX de la Sxxx
8 a.m. Sentada en el banco del portal de la casa , a
la vera de un pequeño parque infantil, en cuyo centro se erige una antigua fuente de la que mana como es lógico
agua de la sierra cercana. Con un café en la mano, me dispongo a disfrutar de
ese café así como de la temperatura agradabilísima de cero grados, ni frío ni calor, y del cotilleo y posible
conversación que me proporciona, esta ubicación, privilegiada. Por aquí pasan y paran los senderistas, más
avezados que suben al Mencilla, los menos avezados,
que hacen un trozo de la vía verde. Los
ciclistas avezados y no avezados que
aprovechan para rellenar sus cantimploras con el agua fresca de la fuente. Las familias que van de paso y aprovechan el equipamiento del parque infantil para desfogar a los infantes más activos de la prole. Además de si la
temperatura, lo permite, mojarse el culo
bajo el bucólico puente romano
que esta al otro lado de la carretera que cruza y parte el pueblo en
dos. Por si fuera poco, cuelgan de la fachada de una casa solariega de esa misma
pequeña plaza unos carteles en los que
anuncian la venta, con lo que no faltan
los curiosos que me interrogan sobre la misma, precio, estado interior de la
casa, tamaño y como no, si conozco al dueño, para poder puentear a la agencia inmobiliaria y
ahorrarse un pico más en lo que ellos auguran una ganga, y ya sueñan como si de el cuento de la lechera
se tratara de un retiro placido y saludable, en el muy probable caso, que se decrete un nuevo confinamiento. <Yo me dejo querer y presumo
hasta donde puedo, de ser nativa de la villa o al menos de ser propietaria
de una vivienda en el pueblo. ¡ ay! si ellos supieran que soy forastera y que
estoy invitada solo unos días en el pueblo.
Estos desayunos siempre van
acompañados de un libro, no vaya a ser que
los hermanos constructores den por terminada la obra y no pasen con su furgoneta a las ocho menos diez, o que
el coche con enormes pegatinas de aves rapaces, no pase o no
divise a ningún nativo del pueblo, o tenga la mala suerte que tampoco
paren, excursionistas y curiosos y me vea privada de conversación y me aburra o
la charla me incomode y pueda esconderme entre las páginas del mismo, o simplemente los espante,(
tristemente he comprobado que hay individuos que les asusta mas una persona
leyendo) que un estornudo o una tos seca de un madrileño.
Así transcurrían las mañanas … el
resto del día lo contaré o no en otra ocasión.
El recuerdo me Demanda una ínsula que "mola mazo" y de cuyo nombre no quieres acordarte. "Me respetes" a los ciclistas, lo que llevan no son cantimploras, en el argot son llamados bidones, que seguimos mezclando molinos con gigantes... ¡"cohones"...!
ResponderEliminarE.J.
Gracias por el comentario y por "las pistas" del lugar de cuyo nombre no quiero acordarme.
EliminarMe gusta👌continúa...😍
ResponderEliminarAna
Continuaré Ana, lo que no sé si con ese viaje u otro. Gracias por la visita.
Eliminar